OBSERVACIONES DE LA PELÍCULA “TIEMPOS MODERNOS” (1936): Teniendo en cuenta el concepto de ALIENACIÓN de Karl Marx (parte 2)


El filósofo alemán Karl Marx centró sus obras en la crítica al sistema capitalista. Le resultaba imposible comprender a la sociedad moderna sin referirse al funcionamiento del sistema económico. Es el primero en poner en tela de juicio al nuevo orden burgués-industrial introduciendo, entre otros conceptos, el de alienación.

Marx define como trabajador alienado o enajenado, a todo aquel que reduce su capacidad de razonar a causa de su trabajo. Este no permite, al trabajador, realizarse como persona, ocasiona un desgaste en su esencia como ser humano, dado que es quien rige toda su vida, sus acciones y a su vez decide qué puede o no hacer.
La alienación se produce en las relaciones sociales concretas, en procesos históricos singulares, en personas de carne y hueso que se han perdido a sí mismas. La actividad básica de las situaciones sociales es la actividad económica, que es donde se origina la alienación.
Marx sostenía que el capitalismo somete al individuo a unas condiciones sociales que lo embrutecen y esclavizan; esto podemos verlo claramente en la película, al observarse la presencia de una máquina destinada para que los empleados puedan almorzar; en tal escena se pretende mostrar cómo la exigencia del trabajo decidía cuándo y cómo una persona podía o disponía de tiempo para alimentarse, además de reflejar la forma de hacerlo.
En sus escritos, Marx afirma que al capitalismo no le importan sus empleados; los explota, les niega derechos laborales, entre otros. El empleado solo importa en la medida que beneficia al patrón. El único objetivo era (y sigue siendo) producir, competir y generar ganancias, que si son cuantiosas será mucho mejor; aunque suponga la materialización de la vida humana. En “Tiempos Modernos” podemos ver cómo actúa el proceso de “alienación” en los individuos, privándolos de total libertad, creatividad y personalidad.
El producto de su trabajo se le vuelve extraño al trabajador ya que es solo un medio para satisfacer necesidades ajenas al trabajo mismo. En definitiva, el trabajo asalariado es alienante porque el obrero no tiene el control sobre los objetos que produce, ni tampoco le sirve para expresarse o satisfacer sus necesidades; esto se ve reflejado cuando el protagonista de la película, que es un operador metalúrgico, desempeña una tarea simple que es la de ajustar tuercas en una línea de producción, una minúscula tarea realizada de manera automática y por la que recibirá una retribución monetaria, en concepto de salario.  
El film muestra una realidad social muy desigual (semejante a la actual) en la que se aprecia una clase desposeída: la clase obrera. Los trabajadores reciben como recompensa un salario a cambio de su fuerza de trabajo que, se puede decir, es lo único de lo que son propietarios. Lo que recibe Charlie es una ínfima parte de lo que produce. Su sueldo solo le alcanza para reproducir su fuerza de trabajo, a esto Marx lo denomina alienación laboral.
Por otra parte, aquellas personas que no se adecúan al sistema acaban perdiendo la razón. Tal situación se aprecia en la película, por ejemplo, en el momento cuando el protagonista enloquece sale de la máquina y baila, rompiendo con el ritmo de trabajo. Chaplin al circular por varios lugares realizaba el mismo movimiento (como ajustando tuercas) a todo aquello que tocaba y que consideraba tenía cierta similitud con los elementos que manipulaba mientras trabajaba y los demás lo persiguen para contener el desorden que estaba generando. Esto se puede interpretar como una crítica a las múltiples dificultades que muchas personas tienen para seguir el ritmo loco y acelerado de la era industrial y tecnológica.
Finalmente, cuando Charlie es encarcelado, el tiempo que pasa en prisión se lo observa más sereno, con cierto equilibrio mental, diferente a lo que experimentó frente a la vida estresante del exterior. La tranquilidad (que en cierta forma le brindaba la cárcel) se ve amenazada cuando por fin recupera su libertad. Esta paradoja nos deja un claro mensaje: para el obrero el sistema representa más una prisión que el mismo presidio. 

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